LONDRES 2012: LA INJUSTICIA, LAS LEYENDAS, Y ELLAS… NUESTRO LUCERO DEL ALBA

Estos veranos olímpicos invitan a analizar globalmente el deporte en general, ya que al fin y al cabo, cada cuatro años, disfrutamos de un festival que reúne a los mejores individuos del planeta en buena parte de los deportes existentes, que se dice pronto.

Y lo primero que le viene a uno a la cabeza es que la justicia deportiva es inversamente proporcional a la presencia de jueces…Tal cual. Porque la pureza de cualquier resultado sólo la garantizan el reloj, el metro y la báscula. A ver quien discute el record mundial de Rudisha en 800 metros, la plata de David Cal, las medallas de Phelps o Bolt, o los 247 Kgs. que levantó un gigantón iraní en halterofilia. 

Pero, ay amigos, donde se le deje un huequecito a un árbitro para poner su sello, hay grave peligro de cornada con 3 trayectorias a la pureza del marcador final. Y seguirá siendo así mientras todos estos dirigentes de alto copete sigan en ese machito que les permita seguir tirando de Master Card Platinum, para adicionar agujeritos a esos cinturones dignos de semejantes estomagueras XXXXL. Que en el 2012 sea imposible darle gol a España en waterpolo mientras todo el mundo está viendo que la bola ha entrado, y sin embargo se pueda reclamar para que 3 jueces de taekwondo vean si una de esas patadas voladoras debe puntuar o no, pues sólo nos indica la punta de tontolabas que manejan el cotarro en muchos deportes.

Porque la culpa muchas veces no es del árbitro, y si lo es quedaría retratado con cada fallo flagrante. Lo que es infumable es que esos tipos que, con sus puestos superguays, han ido engordando de forma que ni la policía puede rodearles, se sienten a ver la final de Wimbeldon con ojo de halcón incluido, o la Super Bowl con la repetición de las jugadas dudosas a petición arbitral, y sigan meditando si incorporan o no la tecnología a un montón de deportes que la piden a gritos.

Gol fantasma no concedido a España

La cantidad de penaltis no pitados en balonmano, de exclusiones injustas en waterpolo, las putadas en puntuaciones a gimnastas, nadadoras sincronizadas…etc. , adulteran tantísimas victorias, que causa rubor ni pensarlo. ¿Qué nos van a contar a los futboleros pro limpieza deportiva en el país del mafio-merenguismo mediático e institucional? Y no hay que mirar nuestra Liga, que huele fatal. En los propios Juegos, esa Rojita tan denostada vio como un árbitro gilipuertas le expulsó injustamente a Iñigo Martínez ante Japón, y otro cuyo calificativo me reservo, nos remató con un atraco ante Honduras de los que hacen época. 

Pero es que incluso en disciplinas inmaquillables, te llegan media docena de fumadores de habanos, y deciden que si un atleta o nadador que ha quemado 4 años de su juventud con sacrificios inconcebibles para cualquiera de nosotros, se equivoca y hace una salida en falso, se va a la puta calle…¡a la primera! Me pasa a mí y me subo al palco a estrangular a alguien con su propia corbata, por la gloria de mi madre.

A pesar de todos ellos, los Juegos nos traen la esencia del deporte, que no es otra que la lucha del hombre contra el tiempo, contra el espacio, contra la gravedad…contra la física en general. Y, como todo en la vida, son los seres extraordinarios los que convocan a miles de millones de personas para contemplar algo que, a la mayoría, jamás le importó. Nadie se queda indiferente viendo a Bolt cortar literalmente el viento con un poderío jamás imaginado, u observando a un tal Phelps abrir los brazos para apartar las aguas con esos tríceps de acero. 

Nadia Comanecci en Montreal

Por eso son tan poquitos los deportistas que pasan a la categoría de Leyenda. Porque, o quiebran las leyes del universo con marcas estratosféricas en los deportes básicos del olimpismo (Beamon, Spitz, Phelps, Comanecci, Carl Lewis, Michael Johnson, Edwin Moses, Bekele, Aouita, El Gerrouj, Bubka…etc), o están tocados por una magia única en deportes que, practicados por millones de personas, requieren de un talento sobrehumano para trascender (Jordan, Magic, Pelé, Maradona, Messi…etc). 

Comprenderéis que en este artículo no descienda al alcantarillado de las declaraciones de Mou, Cristiano, Casillas y demás perjudicados lácteos sobre el tema Balón de Oro, porque al fin y al cabo están tan lejos de eso Olimpo divino como yo del Premio Nobel de Medicina.

Abascal, bronce 1500 L. Angeles

Y ya entrando en el deporte español, opino que un país no puede doctorarse en la élite del deporte mundial si no incrusta varios atletas, nadadores y gimnastas en unas cuantas finales. En Barcelona 92 nos acercamos a la élite…desde entonces no. A mí no me vale que unas chavalas con unos ovarios de impresión en varios deportes minoritarios, unos piragüistas de leyenda a pesar de su mileurismo, o unos chavales letales en taekwondo, maquillen nuestro medallero. Al igual que estamos presentes siempre, con mayor o menor acierto, en los deportes de equipo (en basket somos leyenda, fútbol, balonmano, waterpolo, hockey…), España no podrá mirar a la cara a los grandes mientras no metamos unos cuantos finalistas en el medio fondo y fondo (¿qué fue de los González, Abascal, Cacho, Abel Antón…etc?), un par de gimnastas en las finales, y al menos tres o cuatro nadadores que disputen las medallas. 

Nuestra heroínas - Plata waterpolo

Y que nadie me malinterprete. Ya quedó muy claro en mi artículo anterior que para mí, como deportista, tiene mucho más mérito la última clasificada en gimnasia artística, que Messi y Kun Agüero juntos. Es más, me parece inconcebible que un deportista que logra diploma olímpico, y ya no digamos medalla, no tenga como recompensa, como mínimo, un puesto de trabajo, por ejemplo, como entrenador de su deporte, o como profesor de educación física en una escuela pública. Ese sería el camino para ir solucionando el roto que supone vivir en un país que, sin deporte escolar, se apoya en un puñado de héroes, y esta vez sobre todo de heroínas anónimas, para enfrentarse cada cuatro años a tantas naciones con una cultura del deporte escolar y universitario, auténticas “parideras” de superatletas.

Mi homenaje más sentido a los nuestros, y sobre todo a las nuestras, medallistas o no. Han conseguido ilusionar a una nación en este verano de quiebras y cenizas. Ellas, principalmente, han sido nuestro Lucero del Alba. Honor y gloria a vos.