REAL MADRID: DE GRAN CLUB...A CLUB DE LA COMEDIA

 Bernabéu, factotum del único Gran Madrid

Érase que se era…un club que era un mero comparsa de la Liga en España durante sus primeros 50 años de existencia. A ese club llegó un presidente emprendedor con grandes ambiciones. El tipo dio con la tecla ministerial y económica, construyó el Estadio de Chamartin y, tras unos añitos llevándose un par de Copas al cuerpo sin más, se trabajó el birli birloque de Di Stéfano al Barça...Y don Alfredo puso al equipo de fútbol en el mapa de España, y del mundo.

Cuan genio de la lámpara, La Saeta Rubia, rodeado de fichajes de relumbrón de varios países, concedía a sus seguidores todos los deseos de títulos habidos y por haber con su club…que no con la selección española, aunque eso no compute negativamente en su currículum y si en el de otros... Fue esa década en la que, curiosamente para los que no hemos conocido aquello, el Real Madrid era un equipazo y ganaba…¡mereciéndolo!. Si, si, os lo prometo por el Niño Jesús, por imposible que os parezca, el susodicho equipo jugaba bien al fútbol y era la admiración del mundo. Cualquier aficionado con 70 y pico años puede dar fe de esa época…O lo que es lo mismo, quien no se haya fumado más de 7 décadas, mejor que se calle al respecto porque no tiene elementos de juicio para opinar.

Pero hete aquí que el genio, ley de vida, se fue evaporando hasta desvanecerse. Pero el aura que dejó tras su paso, fue una especie de “tatuaje mental” en los cerebros de un gran porcentaje de españolitos que, a base de pluriempleo y acceso a crédito, se iban constituyendo como clase media. Fue esa generación de los nacidos alrededor de 1930, la que transformó España, en poco más de una década, en un sitio cojonudo para progresar...¡y solamente a base de producir! Todavía no estábamos en la cultura del "pelotazo".

Alfredo Di Stéfano, uno de los grandes

Así, el auge del Madrid de Rial, Puskas,  Gento…etc (1953-1960), más la gran efervescencia de la sociedad española, supuso un cocktail tan embriagador que la borrachera se fue transmitiendo de ministros a federativos, de árbitros a linieres, de empresarios a obreros toreros a actores, y de los pseudoperiodistas deportivos a meretrices… valga la redundancia para todos esos que tenéis en mente. Y lo que es peor, la melopea se ha ido legando de padres a hijos con tal virulencia, que aún hay demasiada gente que ve doble.

De facto, desde los “yeyés”, finales de los 60 en adelante, el cuento de hadas comenzó a tornarse en panfleto para melancólicos. Ya dejaban de ser los amos del juego para pasar a ser una aristocracia a la fuerza, impuesta por toda una banda infiltrada en estamentos arbitrales, federativos y periodísticos que habían tomado una decisión firme: “El Madrid se mantiene en la cumbre por lo civil o lo criminal”. Y así, en los 70 y 80, la Liga era propiedad privada, y el resto luchaba creyendo que llegaría lo que no era más que un espejismo: la justicia deportiva. Y lo que es peor, seguía imperando ese gran % de aficionados, nostálgicos del esplendor blanco, que no alteraban el gesto al ver a sus equipos locales atracados a mano armada al jugar contra el “Madrí”. Se negaban a aceptar una realidad palmaria: que solamente haciendo muchas trampas era posible ganar tanta liga seguida (¡11 de 13 bajo mandato arbitral de Plaza!), y más aún con plantillas del montón en muchas de esas temporadas.

José Plaza.Presidente árbitros años 70-80

Eso si, Europa los retrataba cada año, pero la gente fingía ceguera, y tragaba con las bobadas de prensa, radio y de esa recién nacida TVE...¿os suena?. El Madrid de Bernabéu y Saporta había pasado de ser un equipazo, a erigirse en un lobby de poder deportivo sin precedentes, y su influjo en el devenir de las ligas se fue haciendo cada año más sonrojante. Ejecutores vocacionales como José Plaza hacían su labor con tanto descaro como precisión. Yo personalmente le deseo que se reencarne en colchonero o culé de esos años, para que sepa lo que se siente al ser robado ante millones de testigos, sin que nadie se plantee detener al ladrón.

Franco Martínez...y Sánchez Arminio

Eran esos años en los que se tangaban literalmente títulos ligueros a Barça y Atlético de Madrid las más de las veces, pero también a Sporting, Valencia, Zaragoza, Real Sociedad, Depor… Porque entonces los grandes sudaban tinta para ganar en cualquier lado. La igualdad, rota hoy por la vergüenza del reparto de los derechos de TV, hacía que los partidos, en su mayoría, fueran a cara de perro. Pero daba lo mismo, balón en juego, once contra once…y los puntos p’al Madrid, a la salud de todos esos que no han pestañeado a la hora de acuchillar a los contrarios pito en mano. Ejemplos hay a docenas y en todas las épocas: de Guruceta a Urizar, de Ramos Marco a Franco Martínez, de Sánchez Arminio a Losantos Omar, de Díaz Vega a Pérez Burrull, de Undiano a Mateu Lahoz…Se cumplía la máxima de Lampedusa (El Gatopardo), y cada año todo cambiaba…para seguir exactamente como estaba: El Madrid, campeón de Liga.

Llegó el fin de siglo por anticipado, con la caída del muro, y por esa época apareció por el Camp Nou un tal Cruyff como entrenador. Y ahí la comedia blanca se empezó a tornar en una tragicomedia que aún dura. La parte cómica siempre la han puesto los mismos: los árbitros, instituciones y medios de comunicación. La bis trágica la ponía el espejito mágico que cada mañana era consultado por los Mendoza, Lorenzo Sanz, Florentino, Martín, Boluda Calderón…y Florentino bis. “Espejito espejito, ¿quién es el equipo que mejor juega?...zas, sopapo. ¿Y dónde juegan los mejores jugadores?...hostión otra vez. ¿A quién quieren imitar todos los equipos del mundo?...uff, la cara como un mapa.  Y comenzaron a sucederse los bailes de entrenadores, incluso yendo líderes, ganando ligas e incluso Copas de Europa…La cosa no colaba al compararse a un excelso Barça...¿os suena?. Por supuesto que de vez en cuando había grandes jugadores (Juanito, Stielike, Hugo, Roberto Carlos, Zidane, Ronaldo el gordo…), pero siempre acababan dependiendo del portero y la “pegada”.

Hubo épocas en que, por fin, reunieron una camada buena de jugadores de la casa como la Quinta del Buitre, pero llegó el Milan de Sachi para explicarles en qué consiste eso de ser “un equipo de época”. Cuando inflaron el globo de los “galácticos”, apareció el Depor y les soltó un Centenariazo en la cresta. Y llegó el Zaragoza y les estampó la Copa en los morros. Y apareció un tal Ronaldinho por el Bernabéu para dejar claro en qué consiste ser un extraterrestre, y para firmar el certificado de defunción del equipo sempiternamente aupado a la gloria de manera artificial. Y por si fuera poco, se pasa por allí de cuando en vez un tal Leo, y les renueva el certificado año año.

Y ahí siguen los caballeros del honor, batiendo records con el replay de Tito Floren. Ese que vendió las torres para ver si hacía algo de ruido fichando, para tapar la música blaugrana. El mismo que no ha dudado en escoger como imagen del club a dos tipos que no deberían tener ni siquiera licencia para entrar en un campo de fútbol: Mourinho y Pepe, los amiguitos de los Ultra Sur. Con el rebrotar del “influjo diabólico” merengue en los estamentos, han conseguido tener barrita libre para agredir con pies y brazos. Y para que Ramos, Pepe o hasta Higuaín puedan ejercer de porteros cuando el "superlíder" se acula en tablas contra cualquier equipo de la Liga. Y para continuar agrediendo verbal y gestualmente en la banda, en la sala de prensa, y hasta en la cochera. 

¡No passssa nada! Sus sicarios de la Central le han otorgado el título de “Mejor Equipo del Mundo con el Barça”, y punto pelota (buag). Al fin y al cabo, solo llevan 9 años sin eliminar a nadie relevante en Europa, y solo han palmado 9 de 10 clásicos haciendo la risa en todas sus acepciones. Asisten cuan masocas a humillaciones deportivas ante el Barça de tal magnitud, que ni el peor de los boixos nois hubiera imaginado semejantes orgías de fútbol. Y tras perseguir la pelotita un 80% de lo que dura cada clásico, tras ser ridiculizados a pesar de que les dejan acabar con once repartiendo tanta patada, codazo y pisotón, y tras asistir a la santificación mundial del Barça, de Guardiola, de Messi, de Iniesta y de Xavi, lanzan en tropel a un ejército de trompetillas a los que les resbala que el Rayo Vallecano, Valencia, Getafe, Mallorca o Betis les dé un repaso…Da igual, son el 2º del mundo…o puede que el 1º, que para eso van líderes. ¿Qué no hacen nada encomiable ante el CSK de Moscú ni en la ida ni en la vuelta?...Nada nada, son los favoritos para la Champions. ¿Qué se tiene que reír del Manchester aunque ha sido, este si, el mejor equipo de la década tras el Barça? Pues se ríen, con dos cojones, que para eso su Madrí solo ha caído año tras año contra “equipazos” como el Lyon, la Roma o el Liverpool del chorreo.

Guardiola y Bielsa

Pero el dios del deporte a veces se impone. Y si el Barça esté marcando una Era es porque ha creado un Modelo, una Escuela. Y por eso casi todos los entrenadores (Mou no, que le da alergia), quieren que sus jugadores mimen la pelota. Y llega el Athletic de Bilbao, entrenado por un admirador y admirado por Guardiola, respetúoso con la pelotita, y con una cantera tan maravillosa como interminable, te alinea a una cuadrilla de chavales y te dan una exhibición ante el Manchester que los merengues no recuerdan haber visto ni en el Nodo. Si, si, ante el Manchester, ese club que si se ha ganado lo de 2º mejor del mundo tras una década de gloria. Ese equipo contra el que el Madrid no ha llegado a jugar en 10 años porque ha estado a años luz de optar a ello. 

Así que nada amigos, en medio de esta crisis que no hay parlamento que arregle, propongo que nos sigamos ríendo de esta Liga tragicómica que otorga el liderato destacado a un equipo que, aparte de ser exageradamente peor que el que va segundo, no se muestra superior en muchos partidos fuera de casa desde hace meses. Menos mal que Paquetón García Caridad, tras dedicarse miserablemente estos años a intentar ensuciar al mejor equipo de la historia, ha recién decidido que Radio Marca no hablará más de árbitros. Normal, ya se sabe que para ser declarado inocente del delito de complicidad, conviene silbar negando haber visto al ladrón…