Ayer no vimos una Final de Copa, ni un 5-0 del Barça al Sevilla, ni un gran partido sin más. A lo que ayer asistimos fue simplemente a un monumento al fútbol más hermoso de todos los tiempos. Ese mismo que se fue fraguando a fuego lento de la mano inicial de Cruyff, siguió la estela con Rijkaard, y se aupó a la cima con Guardiola, aprovechando éste al trío más trascendente de la historia del fútbol: Xavi - Iniesta - Messi. En el Wanda, asistimos a la apoteosis del fútbol más elegante jamás
parido, el de Don Andrés Iniesta, que ya hace tiempo que, en mi opinión,
dejó atrás en cuanto a importancia para el fútbol mundial a Zidane,
otro bailarín maravilloso, pero lejos del manchego en cuanto al peso en
el fútbol colectivo de un equipo, y por supuesto en la firma de un estilo o, mejor
dicho, de "EL ESTILO", con mayúsculas.
Porque los títulos, sobre todo las Copas, las puede ganar cualquiera. Pero en esto de ganar, siempre habrá clases. No es lo mismo ganar la Eurocopa como las que levantó España de la mano de dos de los tres magos mencionados, que ganarla como Grecia o Portugal. Ni es lo mismo una Champions plena de recitales culminada con una master class en Roma o Wembley, que una montaña rusa de sorteos raros, victorias más raras aún, y finales inaceptables como las de Lisboa o Milán. Creo que ayer Iniesta hizo unos de esos partidos que sólo él en este planeta, y quizás Neymar en otra faceta muy diferente, pueden aspirar a hacer. Porque no existe jugador alguno salvo estos que pueda permitirse la osadía de brillar en algunos partidos (pocos porque es casi imposible) por encima de un Messi en forma, aunque es cierto que Leo se autolimita por ese abductor maldito. Pero es que Iniesta es uno de los mejores jugadores de finales de todos los tiempos. Es casi imposible pretender que Andrés no esté a la altura del mejor en una final, sea de Copa del Rey, de Champions, de Eurocopa o de Mundial.
Ante el Sevilla, Don Andrés esculpió una obra de arte para recordar al mundo que él es, desde hace mucho, el mejor jugador español de la historia. Un tipo que parece poseer un cuerpo líquido, que se cuela entre piernas y sólidos rivales, como si fuera agua que encuentra rendijas invisibles. Dios le dotó con las armas que hacen bello este deporte: reprise, cambio de ritmo, cintura reversible, tobillos de goma, técnica perfecta, visión, regate, pase, control... e incluso intuición para recuperar tantos balones como el que más. Es de los pocos futbolistas que ha habido capaces de destrozar a varios rivales con un control. Se convierte en un bisturí cuando acelera y encara. Con más relación con el gol, estaría aún más cerca del mejor de siempre, de su amigo Leo Messi. En suma, Iniesta es el más trascendente que haya parido España junto a Xavi. Los guardianes de un estilo que los últimos entrenadores del Barça no han sabido mantener de forma constante, lo cual debería ser condición sine qua non para militar en el Barça. Porque jugar así "a veces", no vale, o mejor dicho, vale para seguir dominando de forma tiránica el panorama nacional, pero te deja fuera de Europa si lo traicionas, que es lo que pasó en Roma.
Porque la excelencia del Barça depende de unos cuantos principios inalienables:
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Cillesen hizo medio gol |
a) Juntar las líneas, para lo cual se necesita un Piqué y Umtiti muy concentrados
b) Toque y desmarque rápido, donde Iniesta y Messi deben ser apoyados por los laterales y medios
c) Pressing alto, marcado por los delanteros, pero con Busquets y Rakitic al aparato, y el resto empujando.
d) Velocidad y desborde arriba... Esto sólo lo posee Messi desde que se fue Neymar, pues por lo que sea Dembelé no ha tenido la confianza del técnico.
Y Suárez alterna rachas, con el problema de que las negativas son un baldón que hunde al equipo en la miseria por la cantidad de contras rivales que genera con pérdidas de balón impropias de este nivel. Ante el Sevilla, hay que decirlo, el uruguayo hizo su mejor primera parte en mucho tiempo, y no solo marcó, sino que presionó bien, y apenas perdió balones, que es la única receta para que en el Barça quepa un nueve. De la misma manera, destacar a Cillesen, que demostró ser incluso mejor que el alemán con los pies. El pase del primer gol a Coutinho lo firmarían Beckenbauer o Koeman.
Cuando alguno de esos principios se viola, el Barça se vulgariza y necesita que Leo y Ter Stegen salven el panorama. Cuando Messi está penalizado por una sobrecarga, y los centrales están empanaos, Busquets y Rakitic, que han sido agua bendita este año, fracasan, y viene el riesgo de hostión, como el de Roma. Y el problema del Barcelona es que siempre va a ser comparado... con el mejor Barcelona, ese que era como el de ayer, pero casi todos los días.
Toca celebrar esta exhibición que sirve de recordatorio al universo todo, de que el fútbol-arte sigue habitando en esta ciudad española del Mediterráneo, donde tenemos a bien acoger a extraterrestres que nos aseguran el gozo eterno con sinfonías apoteósicas como la que padeció el Sevilla en el Wanda, y como las que nos ha regalado tantas veces un Barça que, en la Era Messi, puede mostrar un palmarés con estos 32 títulos... de momento:
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Son 9 ligas... La actual está ganada |
4 Champions
3 Mundiales de clubs
6 Copas del Rey
7 Supercopas de España (puede sumar otra más en Agosto)
3 Supercopas de Europa
¡32 títulos en 13 temporadas!... Y, no lo olvidemos, jugando contra una "Organización" rara rara rara, con un nivel de influencia en los resultados sin precedentes. Es cierto que ahí faltan, al menos, un par de ligas más, como la del tamudazo, o la del año pasao, o la del gol mal anulado a Messi ante el Atleti. También se echan en falta al menos 3 Champions más, como la que Collina birló al Barça de Ronaldinho ante el Chelsea, o las dos inconcebibles eliminaciones ante el Inter de Mou y el Chelsea de Di Matteo. Pero con todo, la cosa se puede resumir, como diría Jesulín, en dos palabras: IM-PRESIONANTE.
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Sobran las palabras |