
Finalmente España cayó con
estruendo, aunque con un resultado tan engañoso en contra como mentiroso fue
llegar a la prórroga ante Italia, que pudo sentenciar ya en una 1ª parte tan lamentable
tácticamente para nosotros como la de la Final. De facto, perder ante Italia
hubiera sido justo y bastante digerible pues, al igual que Alemania, intentan
seguir la estela hispana para dar al balón el protagonismo que se merece. Pero
perder 3-0 ante este Brasil de Scolari, aunque el arte de Neymar maquille
muchas cosas, es una auténtica desgracia para el fútbol aunque tanto bobo no se
entere. Es casi equiparable al 3-2 de Italia a Brasil en el Mundial 82, o al 4-0 del
Milan de Capello al Dream Team en Atenas, y en menos medida al reciente revolcón del
Bayern ante un Barça capidisminuido. Y si comparo esas derrotas, es porque
estas “victorias icónicas” de la fuerza sobre el arte alimentan argumentos
casposos, defendidos por mediocres y rácanos entrenadores a los que se la suda
literalmente que se paguen entradas o derechos de TV a precio de oro, pues se
limitan a ofrecer fórmulas tan “exquisitas” como hacer 30 faltas por partido y
marcar golitos en barullos de córner y a la contra. Y si los aficionados de
buen gusto se aburren… ¡pues que se jodan!
 |
Las hostias salieron gratis... No sé a qué me recuerda... |
La Final estuvo marcada por un
gol raro en el minuto uno, y por un árbitro holandés muy “undianizado” que no quiso
frenar las leches a Iniesta y cía. Esta peli la he visto varias veces, y más aún
cuando el equipo “intenso”, o sea, con licencia para sacudir gratis, está acertado
a la contra. Pero por mucho espabilao que saque la lengua a pasear, no es
normal que España se fuera sin meter 2 o 3 goles, porque hubo ocasiones muy claras,
incluido ese penalti lanzado por un Ramos que ya es muy mayorcito para asimilar
de una puta vez qué línea roja no debe pasar.

Ya sabemos que es muy bueno
cuando se limita a hacer su papel sin goyerías, pero tiene un cable pelao que
lo mismo le empuja a ganarse 6 rojas ante Lewandowsky, que a coger el balón,
como si lo trajese de su casa, para tirar un penalty en Maracaná estando Xavi
en el campo. Una insolencia intolerable ante el mejor jugador español de
siempre, el que le ha hecho ganar a Ramos y a todos los listos que se le tiran
a la yugular todos los títulos relevantes que atesoran. Ojalá me equivoque,
pero me ha dado la sensación de que el andaluz le quería lanzar a Xavi un
órdago ventajista, algo así como “no nos estás solucionando la papeleta como
siempre, y por tanto te voy a quitar los galones”… Y la chulería terminó en
otro penalti más fallao por el “Panenka” de Camas. Si, ya sé que incluso
acertando se hubiera perdido. Pero Ramos quedó como el culo. Again.