La vida es caprichosa… Guardiola, ¡menudo reto
el suyo!, tiene la posibilidad de hacer que el Bayern iguale el sextete que
consiguió en el Barça… ¡Manda carallo! Y es que a partir del momento en el que
Leo Messi se echó mano al muslo en París, se fraguó un final de temporada en Champions
harto impredecible, por mucho profeta que se las dé de vidente. Jugar contra un
Bayern pletórico de fuerza y moral sin Puyol ni Masche, sin Busquets, sin
Xavi a tope, y sin Messi, fue un examen demasiado injusto, y más con el
arbitraje de la ida. Pretender que, con ese “roto” ante un equipo desvertebrado,
los alemanes dinamitaron el modelo Barça, no es más que otra más de las
gilipolleces cavernarias y “culécenizas”.
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Protagonistas de esta Champions |
Hay que agradecer a la osadía de
Klopp y a la autoconfianza absoluta del Bayern una Final vistosa, intensa y
emocionante en Wembley. Pero ni unos ni otros, en modo alguno, han borrado de
la retina a ese Barça imperial que nos regaló un partido pluscuamperfecto hace un par
de añitos en el mismo escenario. Es posible que todo hubiera sido diferente si
el árbitro no hubiera tenido la jeta de guardarse la amarilla a Dante en el
penal, vaya Vd. a saber. Pero esta Copa la merecía el Bayern hace tiempo, por
ejemplo en el Bernabéu ante esa especie de nirvana del bilardismo más rácano que
era el Inter de Mou, que nadie sabe qué coño pintaba en esa Final. Y
además la merecía Robben, un genio del balón al que le falta templanza ante
el gol –menos mal porque si no nos hubieran birlado el Mundial-, pero que con
la bolita en los pies está algo así como 10 años luz más cerca de Messi que
Cristiano.
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Bailar pegados es bailar... |
En este final de temporada, el único
plato del menú absolutamente precocinado desde hace tiempo era el final del
baile entre Florentino y Mou, muy agarraditos los dos en esa
balada que ha metido al Madrid en la senda del desprestigio mundial. Querían
soltarse hace meses, pero ni Mou tenía quien le escribiera (los presidentes de
clubs grandes de toda Europa esperaban la decisión de Guardiola), ni Tito
Floren podía desasirse, no fuera a sonar la flauta en Champions. Se acabó la
música y Mou, atento a todas las novias con ganas de matrimonio, esperaba en el
primer banco de la iglesia, como la tía de Gila, para quedarse con la novia a
la que Guardiola dijera “no quiero”. Aun así sólo el Chelsea, con un Abramovich
desnortado y despechado por la negativa de Pep, ha accedido a darle bola, algo
que ningún club de los verdaderamente prestigiosos de Europa hará ya nunca. Al
tiempo.