En
primer lugar, descojonarme de todos aquellos ectoplasmas que ayer saltaron de
alegría pensando en que Messi tenía una lesión grave. Mis saludos a sus santas
mamás, aunque queda absolutamente demostrado que ellos son unos hijos de la
gran puta. Ya sabéis que en su día hubo que elegir si jugar a ¡Chusto o Muete!. El Barça, desde el Dream Team, eligió "Chusto", y ayer los culés le vieron la cara al fantasma más temible... Pero Tito Floren, al fichar a Mou, prefirió "Muete"... Y así le va.
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Esto es un abuso |
Ahora que nos estamos merendando lo que queda de año, estoy buscando, cuan detective Gadget, a los protagonistas de una
supuesta “campaña” para que Messi gane su 4º Balón de Oro, y no ha sido hasta
hoy que he encontrado al culpable: se llama Lionel. Es intolerable. No hay
derecho. El tío va y lleva una tabla de medias por partido que más o menos
podríamos resumir así: 1,6 goles, 4 pases de gol (acaben en
gol o no), 6 jugadas en las que
destroza a toda la defensa contraria, 0,8 penaltis por partido que
le hacen aunque no se los piten, 6 jugadas en las que para,
templa y gobierna el ritmo del partido, 2 entradas de tarjeta
amarilla por partido, aunque se las perdonen a los rivales... ¡Así cualquiera! Es un abuso. Si ya
tiene tres Balones de Oro, ¿para qué coño hace semejante campaña para que le
den el 4º? ¡Abusador! Además, tiene razón Roncero oye, que una vez escupió a no se quién,
y otro día le echó una bronca a Villa que deberían abrirle expediente para
retirarle la licencia. ¡Amosss hombre!...
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Ronaldinho comenzó este cuento de hadas |
Tras esta introducción, dedicada a todas
esas criaturas que nacieron gilipollas y han tenido una recaída, me atrevo a
hablar en nombre de esa gran mayoría de españoles a los que no nos corre leche
merengada por las venas, y brindo por Leo Messi, por la grandeza de quien escribe
una leyenda cada vez que salta al campo, y lo hace desde que el inmenso Ronaldinho le dio paso, con la más absoluta
normalidad, como si cambiar el rumbo de la historia fuera algo natural, algo
cotidiano a lo que no merece la pena darle la más mínima importancia…