Esa fauna "merengue-ibérica" que sigue vocacionalmente predadora de la excelencia (los suyos
no la pueden ni rozar), se agarra a lo que sea para pintar un cuadro tétrico de
cualquier partido en el que el Barça no dé una exhibición, y les importa un carajo analizar los porqués. Y digo yo que, para
opinar sobre un partido, habrá que analizar lo que depende de uno y lo que no.
Y hay dos factores externos que se deberían mimar como a un
tesoro: el campo y el arbitraje.
Y como todo
dios lleva un lustro intentando resolver el sudoku de un Barça que, jugando
mejor o peor, siempre tiene la bola y nunca es dominado, pues resulta que los
cerebritos que necesitan bajar a este equipo legendario de los altares, han
concluido que esos dos temas, césped y referé, son los que hay que explotar al
máximo. Y ahí tenemos a un Milán preparando un patatal, a un Madrid de Mou
convirtiendo esa alfombra del Bernabéu en una especie de sabana africana sin
regar, y al todopoderoso Bayern encharcando el círculo central para una
semifinal de Champions… ¡Manda cojones!